lunes, 30 de agosto de 2010

CUANDO A TU PUERTA LLAME




 

 

Cuando a tu puerta llame, morena, en cuanto me abras,
dibujaré tu imagen a fuerza de palabras.
Te pintaré de noche como te corresponde
porque el color del alba se fue y no supe a dónde.

Te pintaré oscurita. Te pintaré oscureando,
sin luna, sin estrellas, sin luces, como cuando
el cielo está nublado y amenazando lluvia;
A menos que te pinte como si fueras rubia.

Pero eso no te queda. Te queda lo moreno.
Dios sabe bien lo que hace. Por eso es un Dios bueno.
Morena yo te quiero, así como Dios te hizo
y cómo no quererte si Dios así te quiso...

Y aunque quizá te hiciera ya entrada la mañana,
optó porque tú fueras princesa de obsidiana
para que entre las sombras pudieras esconderte
no sólo del maligno, sino hasta de la muerte.

Porque tu piel, es cierto que se pasó de tueste;
pero a final de cuentas, es una piel celeste.
Es una piel de cielo nublado y sin estrellas
y nadie negaría que existen noches bellas.

Es más: el ser morena, yo sé que no es delito,
pues hasta los que se aman prefieren lo oscurito.
Tal vez por eso sea que yo te quiera tanto,
porque tu piel oculta tu verdadero encanto,

el que conservas dentro de tu alma de princesa,
princesa de obsidiana; pero con la pureza
de un ángel, de un Querube, de un niño en su inocencia,
pureza que no admite ninguna ambivalencia.

Por eso, morenita, la de la piel tostada,
te quiero porque tienes el alma inmaculada
y aunque tú no me quieras te quiero sin reproche,
yo en la alborada blanca, tú con la negra noche

Yo desde mi silencio. Tú con tu voz de niña
que imita a los canarios, que a todos encariña.
Y así de melancólico y fúnebre y enjuto,
me adornaré de sombras, me vestiré de luto

e iré por los caminos de Dios sin que sospeches
que hay alguien que te asecha y que aunque tú no lo aseches,
te quiere por morena y a plena luz del día
desde lo más profundo de su melancolía.

Heriberto Bravo Bravo SS.CC

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